La arquitectura fantasma
Al principio la repudiaba, ¿cómo no hacerlo? Interponiéndose, abriéndose paso y cambiando cada molécula de las entrañas, de quien escribe poesía en las paredes de la cárcel. Tarde o temprano nos adaptamos, al menos no desistimos. Tan solitaria e infinita, majestuosa e imponente. Al final uno coge cariño de lo que le rodea. La torre, permanecía inmóvil ante mis acciones cambiantes, tal vez, solo tal vez, no me refería a la visión física de ella, sino a su condición frente a las miradas ajenas a ella.